Por Alan Farcas, general partner de Impacta VC y director de Fundación Chile.
Aunque todos esperábamos que el 2023 fuera un punto de inflexión para los ecosistemas de emprendimiento en LATAM, todo parece indicar que tendremos que esperar un poco más para empezar a subir.
La rebelde inflación en LATAM y el inesperado crecimiento en Estados Unidos está retrasando las bajas de tasas, lo que está demorando que los inversores dejen los activos más seguros y vuelvan a las inversiones de capital de riesgo.
Las guerras entre Israel y el grupo terrorista Hamas, y de Rusia con Ucrania, sumado a los problemas logísticos en ambos canales que comunican el planeta, también perjudican los negocios globales, encareciendo y dificultando el intercambio de bienes.
En el escenario local, en Chile aún estamos viviendo fuertes incertidumbres producto a las reformas estructurales pendientes, tributaria, pensiones y salud deberían ver algún tipo de luz en los próximos meses. A esto se suma la burocracia para concretar inversiones que tiene miles de millones de dólares en ascuas esperando que funcionarios, a veces ideologizados, den respuesta.
Y la mayor preocupación de los chilenos también tiene los emprendimientos y la inversión adormecidos. La sensación de inseguridad ha batido todos los records desde que hay medición. Este factor nos saca del radar cuando los tomadores de decisión evalúan sus alternativas.
En este contexto global y local, las expectativas no son auspiciosas para el primer semestre y es necesario acciones concretas para que la tendencia vuelva a ser positiva. Para que regresen los flujos a los fondos de capital de riesgo y emprendedores, debemos avanzar en las variables que controlamos localmente a la espera que se vayan resolviendo los elementos globales.
Sería altamente deseable que se llegue a acuerdos amplios pro inversión en las reformas estructurales, que de verdad se eliminen y simplifiquen de manera drástica los permisos innecesarios, que se logre un trabajo mancomunado para mejorar la seguridad y que se implemente un plan de incentivos a la inversión en startups y scale-ups. Con estos puntos deberíamos lograr que el año 2024 sea el inicio de un nuevo ciclo positivo para el ecosistema de emprendimiento.
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